La última semana de octubre, nuestro municipio fue visitado por un grupo de personas de Villanueva del Ariscal, el martes 29, y por otro de Castilleja del Campo, el 31.
En ambas visitas tuvieron la oportunidad de conocer lo más destacado de nuestro Patrimonio Histórico: la Iglesia parroquial de Santa María Magdalena, que llamó especialmente la atención por sus grandes dimensiones; el Museo de Arte Sacro, instalado en las dependencias parroquiales de la misma, donde se exhibe una interesante colección de piezas de plata, ternos litúrgicos, cerámica, libros corales y demás objetos de carácter religioso; la Iglesia del Santo Cristo de la Misericordia, donde se explicó su origen como hospital, del que se conserva la pequeña puerta ojival; el Convento de Nuestra Señora del Rosario, donde además de contemplar uno de los retablos más hermosos que se conservan en Arahal, pudieron comprar los dulces que con tanto cariño elaboran las religiosas dominicas; y el Museo de la Mujer en el Flamenco, espacio donde pudieron conocer más a fondo el papel que la mujer ha desempeñado y sigue teniendo en el flamenco, y, muy especialmente, conocer más sobre la genial cantaora Pastora Pavón "la Niña de los Peines", cuya familia materna era natural de nuestra localidad.
La visita fue del agrado de todas las personas, que elogiaron el encanto y belleza tanto de sus monumentos como de sus calles y plazas.
Les dejamos unas imágenes de estos excursionistas en la Plaza de la Corredera -Villanueva del Ariscal- y delante de la fachada principal de la Iglesia del Cristo -Castilleja del Campo-.
jueves, 14 de noviembre de 2013
viernes, 7 de junio de 2013
XII MEMORIAL NIÑA DE LOS PEINES "AL GURUGÚ"
Del domingo 16 al sábado 22 de
junio se celebrará en Arahal la XII
edición del Memorial Niña de los Peines, “AL GURUGÚ”. La Plaza del Cristo, el Salón
de Actos de la Casa
del Aire y el Museo de la Mujer
en el Flamenco, todos situados en pleno Conjunto Histórico, serán escenario de
las distintas actividades que se han programado. Conferencias, exposiciones y
diversas actuaciones que tendrán sus días más importantes las noches del
viernes 21 y sábado 22, con la actuaciones, respectivamente, de Antonio Reyes
acompañado a la guitarra por Antonio Higuero, y Jesús Carmona y su cuadro, el
viernes, y la noche del sábado, en la que se entregará el reconocido galardón
“Verde que te quiero verde” a Juan Peña “El Lebrijano”. Esa misma noche, como
broche final a una semana de actos, actuación de Dorantes- Voz y Marfil- con
Esperanza Fernández.
Todas las actividades son
gratuitas, salvo las actuaciones del viernes y sábado, en la Plaza del Cristo, cuya
entrada es de 5 euros.
Las entradas para los
espectáculos del viernes y el sábado -5 euros-, podrán adquirirse en la propia
taquilla, situada en la Plaza
del Cristo, antes de cada actuación. Además, estas entradas pueden reservarse
escribiendo al correo electrónico alguruguarahal@gmail.com
el número de entradas que se deseen. El resto de actividades es de entrada
libre hasta completar aforo.
A continuación, mostramos la programación completa del festival:
viernes, 18 de enero de 2013
Teoría y Juego del Duende de Federico García Lorca
Estimados amigos del Museo de la Mujer en el Flamenco. Hoy os dejamos un artículo que ha compartido nuestro amigo Norberto Dotor con nosotros en el Facebook, sacado a su vez de la Web la Insignia, que lo publicó el 21 de octubre de 2001. El artículo es de Federico García lorca y nos habla del "duende", algo muy propio del mundo del Flamenco, y que no se sabe exáctamente que es, pero que es fundamental para entender el arte flamenco. "Duende" que es escudridizo y a la vez se aferra a todos los creadores y artistas. Energía creadora de la tierra. Aquellos que posean cierta sensibilidad pueden llenarse de duende y encender las almas ajenas. En fin, os dejo con Federico y su extraordinaria definición de la magia y el juego del Duende, que mejor que él que tenía duende en sus venas para definirlo.
Teoría y juego del duende
Federico García Lorca
Madrid, 1933.
Señoras y señores:
Desde el año 1918, que ingresé en Con ganas de aire y de sol, me he aburrido tanto, que al salir me he sentido cubierto por una leve ceniza casi a punto de convertirse en pimienta de irritación.
No. Yo no quisiera que entrase en la sala ese terrible moscardón del aburrimiento que ensarta todas las cabezas por un hilo tenue de sueño y pone en los ojos de los oyentes unos grupos diminutos de puntas de alfiler.
De modo sencillo, con el registro que en mi voz poética no tiene luces de maderas, ni recodos de cicuta, ni ovejas que de pronto son cuchillos de ironías, voy a ver si puedo daros una sencilla lección sobre el espíritu oculto de la dolorida España.
El que está en la piel de toro extendida entre los Júcar, Guadalete, Sil o Pisuerga (no quiero citar a los caudales junto a las ondas color melena de león que agita el Plata), oye decir con medida frecuencia: "Esto tiene mucho duende." Manuel Torres, gran artista del pueblo andaluz, decía a uno que cantaba: "Tú tienes voz, tú sabes los estilos, pero no triunfaras nunca, porque tú no tienes duende."
En toda Andalucía, roca de Jaén y caracola de Cádiz, la gente habla constantemente del duende y lo descubre en cuanto sale con instinto eficaz. El maravilloso cantaor El Lebrijano, creador de
Estos sonidos negros son el misterio, las raíces que se clavan en el limo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte. Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe, que hace la definición del duende al hablar de Paganini, diciendo: "Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica."
Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: "El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies." Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto.
Este "poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica" es, en suma, el espíritu de la sierra, el mismo duende que abrazó el corazón de Nietzsche, que lo buscaba en sus formas exteriores sobre el puente Rialto o en la música de Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende que él perseguía había saltado de los misteriosos griegos a las bailarinas de Cádiz o al dionisíaco grito degollado de la siguiriya de Silverio.
Así, pues, no quiero que nadie confunda al duende con el demonio teológico de la duda, al que Lutero, con un sentimiento báquico, le arrojó un frasco de tinta en Núremberg, ni con el diablo católico, destructor y poco inteligente, que se disfraza de perra para entrar en los conventos, ni con el mono parlante que lleva el truchimán de Cervantes, en la comedia de los celos y las selvas de Andalucía.
No. El duende de que hablo, oscuro y estremecido, es descendiente de aquel alegrísimo demonio de Sócrates, mármol y sal que lo arañó indignado el día en que tomó la cicuta, y del otro melancólico demonillo de Descartes, pequeño como almendra verde, que, harto de círculos y líneas, salió por los canales para oír cantar a los marineros borrachos.
Todo hombre, todo artista llamará Nietzsche, cada escala que sube en la torre de su perfección es a costa de la lucha que sostiene con un duende, no con un ángel, como se ha dicho, ni con su musa. Es preciso hacer esa distinción fundamental para la raíz de la obra.
El ángel guía y regala como San Rafael, defiende y evita como San Miguel, y previene como San Gabriel.
El ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningún esfuerzo, realiza su obra o su simpatía o su danza. El ángel del camino de Damasco y el que entró por las rendijas del balconcillo de Asís, o el que sigue los pasos de Enrique Susson, ordena y no hay modo de oponerse a sus luces, porque agita sus alas de acero en el ambiente del predestinado.
La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. Puede relativamente poco, porque ya está lejana y tan cansada (yo la he visto dos veces), que tuve que ponerle medio corazón de mármol. Los poetas de musa oyen voces y no saben dónde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los merienda. Como en el caso de Apollinaire, gran poeta destruido por la horrible musa con que lo pintó el divino angélico Rousseau. La musa despierta la inteligencia, trae paisaje de columnas y falso sabor de laureles, y la inteligencia es muchas veces la enemiga de la poesía, porque imita demasiado, porque eleva al poeta en un bono de agudas aristas y le hace olvidar que de pronto se lo pueden comer las hormigas o le puede caer en la cabeza una gran langosta de arsénico, contra la cual no pueden las musas que hay en los monóculos o en la rosa de tibia laca del pequeño salón.
Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas (Hesíodo aprendió de ellas). Pan de oro o pliegue de túnicas, el poeta recibe normas en su bosquecillo de laureles. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre.
Y rechazar al ángel y dar un puntapié a la musa, y perder el miedo a la fragancia de violetas que exhale la poesía del siglo XVIII y al gran telescopio en cuyos cristales se duerme la musa enferma de límites.
La verdadera lucha es con el duende.
Se saben los caminos para buscar a Dios, desde el modo bárbaro del eremita al modo sutil del místico. Con una torre como Santa Teresa, o con tres caminos como San Juan de
Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos, que hace que Goya, maestro en los grises, en los platas y en los rosas de la mejor pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puños con horribles negros de betún; o que desnuda a Mosén Cinto Verdaguer con el frío de los Pirineos, o lleva a Jorge Manrique a esperar a la muerte en el páramo de Ocaña, o viste con un traje verde de saltimbanqui el cuerpo delicado de Rimbaud, o pone ojos de pez muerto al conde Lautréamont en la madrugada del boulevard.
Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende. Ellos engañan a la gente y pueden dar sensación de duende sin haberlo, como os engañan todos los días autores o pintores o modistas literarios sin duende; pero basta fijarse un poco, y no dejarse llevar por la indiferencia, para descubrir la trampa y hacerle huir con su burdo artificio.
Una vez, la "cantaora" andaluza Pastora Pavón,
Allí estaba Ignacio Espeleta, hermoso como una tortuga romana, a quien preguntaron una vez: "¿Cómo no trabajas?"; y él, con una sonrisa digna de Argantonio, respondió: "¿Cómo voy a trabajar, si soy de Cádiz?"
Allí estaba Eloísa, la caliente aristócrata, ramera de Sevilla, descendiente directa de Soledad Vargas, que en el treinta no se quiso casar con un Rothschild porque no la igualaba en sangre. Allí estaban los Floridas, que la gente cree carniceros, pero que en realidad son sacerdotes milenarios que siguen sacrificando toros a Gerión, y en un ángulo, el imponente ganadero don Pablo Murube, con aire de máscara cretense. Pastora Pavón terminó de cantar en medio del silencio. Solo, y con sarcasmo, un hombre pequeñito, de esos hombrines bailarines que salen, de pronto, de las botellas de aguardiente, dijo con voz muy baja: "¡Viva París!", como diciendo. "Aquí no nos importan las facultades, ni la técnica, ni la maestría. Nos importa otra cosa."
Entonces
La llegada del duende presupone siempre un cambio radical en todas las formas sobre planos viejos, da sensaciones de frescura totalmente inéditas, con una calidad de rosa recién creada, de milagro, que llega a producir un entusiasmo casi religioso.
En toda la música árabe, danza, canción o elegía, la llegada del duende es saludada con enérgicos "¡Alá, Alá!", "¡Dios, Dios!", tan cerca del "¡Olé!" de los toros, que quién sabe si será lo mismo; y en todos los cantos del sur de España la aparición del duende es seguida por sinceros gritos de "¡Viva Dios!", profundo, humano, tierno grito de una comunicación con Dios por medio de los cinco sentidos, gracias al duende que agita la voz y el cuerpo de la bailarina, evasión real y poética de este mundo, tan pura como la conseguida por el rarísimo poeta del XVII Pedro Soto de Rojas a través de siete jardines o la de Juan Calímaco por una temblorosa escala de llanto.
Naturalmente, cuando esa evasión está lograda, todos sienten sus efectos: el iniciado, viendo cómo el estilo vence a una materia pobre, y el ignorante, en el no sé qué de una autentica emoción. Hace años, en un concurso de baile de Jerez de
Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.
Muchas veces el duende del músico pasa al duende del intérprete y otras veces, cuando el músico o el poeta no son tales, el duende del intérprete, y esto es interesante, crea una nueva maravilla que tiene en la apariencia, nada más, la forma primitiva. Tal el caso de la enduendada Eleonora Duse, que buscaba obras fracasadas para hacerlas triunfar, gracias a lo que ella inventaba, o el caso de Paganini, explicado por Goethe, que hacía oír melodías profundas de verdaderas vulgaridades, o el caso de una deliciosa muchacha del Puerto de Santa María, a quien yo le vi cantar y bailar el horroroso cuplé italiano O Mari!, con unos ritmos, unos silencios y una intención que hacían de la pacotilla italiana una aura serpiente de oro levantado. Lo que pasaba era que, efectivamente, encontraban alguna cosa nueva que nada tenía que ver con lo anterior, que ponían sangre viva y ciencia sobre cuerpos vacíos de expresión.
Todas las artes, y aun los países, tienen capacidad de duende, de ángel y de musa; y así como Alemania tiene, con excepciones, musa, y
En todos los países la muerte es un fin. Llega y se corren las cortinas. En España, no. En España se levantan. Muchas gentes viven allí entre muros hasta el día en que mueren y los sacan al sol. Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo: hiere su perfil como el filo de una navaja barbera. El chiste sobre la muerte y su contemplación silenciosa son familiares a los españoles. Desde El sueño de las calaveras, de Quevedo, hasta el Obispo podrido, de Valdés Leal, y desde
La sangre de mis entrañas
cubriendo el caballo está.
Las patas de tu caballo
echan fuego de alquitrán...
al reciente mozo de Salamanca, muerto por el toro, que clama:
Amigos, que yo me muero;
amigos, yo estoy muy malo.
Tres pañuelos tengo dentro
y este que meto son cuatro...
hay una barandilla de flores de salitre, donde se asoma un pueblo de contempladores de la muerte, con versículos de Jeremías por el lado más áspero, o con ciprés fragante por el lado más lírico; pero un país donde lo más importante de todo tiene un último valor metálico de muerte.
La cuchilla y la rueda del carro, y la navaja y las barbas pinchonas de los pastores, y la luna pelada, y la mosca, y las alacenas húmedas, y los derribos, y los santos cubiertos de encaje, y la cal, y la línea hiriente de aleros y miradores tienen en España diminutas hierbas de muerte, alusiones y voces perceptibles para un espíritu alerta, que nos llama la memoria con el aire yerto de nuestro propio tránsito. No es casualidad todo el arte español ligado con nuestra sierra, lleno de cardos y piedras definitivas, no es un ejemplo aislado la lamentación de Pleberio o las danzas del maestro Josef María de Valdivieso, no es un azar el que de toda la balada europea se destaque esta amada española:
-Si tú eres mi linda amiga,
¿cómo no me miras, di?
-Ojos con que te miraba
a la sombra se los di
-Si tú eres mi linda amiga,
¿cómo no me besas di?
-Labios con que te besaba
a la sierra se los di.
-Si tú eres mi linda amiga,
¿cómo no me abrazas, di?
-Brazos con que te abrazaba
de gusanos los cubrí.
Ni es extraño que en los albores de nuestra lírica suene esta canción:
Dentro del vergel
moriré
dentro del rosal
matar me han.
Yo me iba, mi madre,
las rosas coger,
hallara la muerte
dentro del vergel.
Yo me iba, madre,
las rosas cortar,
hallara la muerte
dentro del rosal.
Dentro del vergel
moriré,
dentro del rosal
matar me han.
Las cabezas heladas por la luna que pintó Zurbarán, el amarillo manteca con el amarillo relámpago del Greco, el relato del padre Sigüenza, la obra íntegra de Goya, el ábside de la iglesia de El Escorial, toda la escultura policromada, la cripta de la casa ducal de Osuna, la muerte con la guitarra de la capilla de los Benaventes en Medina de Rioseco, equivalen a lo culto en las romerías de San Andrés de Teixido, donde los muertos llevan sitio en la procesión, a los cantos de difuntos que cantan las mujeres de Asturias con faroles llenos de llamas en la noche de noviembre, al canto y danza de la sibila en las catedrales de Mallorca y Toledo, al oscuro ln Recort tortosino y a los innumerables ritos del Viernes Santo, que con la cultísima fiesta de los toros forman el triunfo popular de la muerte española. En el mundo, solamente Méjico puede cogerse de la mano con mi país.
Cuando la musa ve llegar a la muerte cierra la puerta o levanta un plinto o pasea una urna y escribe un epitafio con mano de cera, pero en seguida vuelve a rasgar su laurel con un silencio que vacila entre dos brisas. Bajo el arco truncado de la oda, ella junta con sentido fúnebre las flores exactas que pintaron los italianos del xv y llama al seguro gallo de Lucrecio para que espante sombras imprevistas.
Cuando ve llegar a la muerte, el ángel vuela en círculos lentos y teje con lágrimas de hielo y narciso la elegía que hemos visto temblar en las manos de Keats, y en las de Villasandino, y en las de Herrera, y en las de Bécquer y en las de Juan Ramón Jiménez. Pero ¡qué horror el del ángel si siente una arena, por diminuta que sea, sobre su tierno pie rosado!
En cambio, el duende no llega si no ve posibilidad de muerte, si no sabe que ha de rondar su casa, si no tiene seguridad de que ha de mecer esas ramas que todos llevamos y que no tienen, que no tendrán consuelo.
Con idea, con sonido o con gesto, el duende gusta de los bordes del pozo en franca lucha con el creador. Ángel y musa se escapan con violín o compás, y el duende hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre.
La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran, porque con duende es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado, ser comprendido, y esta lucha por la expresión y por la comunicación de la expresión adquiere a veces, en poesía, caracteres mortales.
Recordad el caso de la flamenquísima y enduendada Santa Teresa, flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases magníficos, que lo hizo; no por presumir de guapa delante de fray Juan de
Valentísima vencedora del duende, y caso contrario al de Felipe de Austria, que, ansiando buscar musa y ángel en la teología, se vio aprisionado por el duende de los ardores fríos en esa obra de El Escorial, donde la geometría limita con el sueño y donde el duende se pone careta de musa para eterno castigo del gran rey.
Hemos dicho que el duende ama el borde, la herida, y se acerca a los sitios donde las formas se funden en un anhelo superior a sus expresiones visibles.
En España (como en los pueblos de Oriente, donde la danza es expresión religiosa) tiene el duende un campo sin límites sobre los cuerpos de las bailarinas de Cádiz, elogiadas por Marcial, sobre los pechos de los que cantan, elogiados por Juvenal, y en toda la liturgia de los toros, auténtico drama religioso donde, de la misma manera que en la misa, se adore y se sacrifica a un Dios.
Parece como si todo el duende del mundo clásico se agolpara en esta fiesta perfecta, exponente de la cultura y de la gran sensibilidad de un pueblo que descubre en el hombre sus mejores iras, sus mejores bilis y su mejor llanto. Ni en el baile español ni en los toros se divierte nadie; el duende se encarga de hacer sufrir por medio del drama, sobre formas vivas, y prepara las escaleras para una evasión de la realidad que circunda.
El duende opera sobre el cuerpo de la bailarina como el aire sobre la arena. Convierte con mágico poder una muchacha en paralítica de la luna, o llena de rubores adolescentes a un viejo roto que pide limosna por las tiendas de vino, da con una cabellera olor de puerto nocturno, y en todo momento opera sobre los brazos con expresiones que son madres de la danza de todos los tiempos.
Pero imposible repetirse nunca, esto es muy interesante de subrayar. El duende no se repite, como no se repiten las formas del mar en la borrasca.
En los toros adquiere sus acentos más impresionantes, porque tiene que luchar, por un lado, con la muerte, que puede destruirlo, y por otro lado, con la geometría, con la medida, base fundamental de la fiesta.
El toro tiene su órbita; el torero, la suya, y entre órbita y órbita un punto de peligro donde está el vértice del terrible juego.
Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística.
El torero que asusta al público en la plaza con su temeridad no torea, sino que está en ese plano ridículo, al alcance de cualquier hombre, de jugarse la vida; en cambio, el torero mordido por el duende da una lección de música pitagórica y hace olvidar que tira constantemente el corazón sobre los cuernos.
Lagartijo con su duende romano, Joselito con su duende judío, Belmonte con su duende barroco y Cagancho con su duende gitano, enseñan, desde el crepúsculo del anillo, a poetas, pintores y músicos, cuatro grandes caminos de la tradición española.
España es el único país donde la muerte es el espectáculo nacional, donde la muerte toca largos clarines a la llegada de las primaveras, y su arte está siempre regido por un duende agudo que le ha dado su diferencia y su calidad de invención.
El duende que llena de sangre, por vez primera en la escultura, las mejillas de los santos del maestro Mateo de Compostela, es el mismo que hace gemir a San Juan de
El duende que levanta la torre de Sahagún o trabaja calientes ladrillos en Calatayud o Teruel es el mismo que rompe las nubes del Greco y echa a rodar a puntapiés alguaciles de Quevedo y quimeras de Goya.
Cuando llueve saca a Velázquez enduendado, en secreto, detrás de sus grises monárquicos; cuando nieva hace salir a Herrera desnudo para demostrar que el frío no mata; cuando arde, mete en sus llamas a Berruguete y le hace inventar un nuevo espacio para la escultura.
La musa de Góngora y el ángel de Garcilaso han de soltar la guirnalda de laurel cuando pasa el duende de San Juan de
el ciervo vulnerado
por el otero asoma.
La musa de Gonzalo de Berceo y el ángel del Arcipreste de Hita se han de apartar para dejar paso a Jorge Manrique cuando llega herido de muerte a las puertas del castillo de Belmonte. La musa de Gregorio Hernández y el ángel de José de Mora han de alejarse para que cruce el duende que llora lágrimas de sangre de Mena y el duende con cabeza de toro asirio de Martínez Montañés, como la melancólica musa de Cataluña y el ángel mojado de Galicia han de mirar, con amoroso asombro, al duende de Castilla, tan lejos del pan caliente y de la dulcísima vaca que pasta con normas de cielo barrido y sierra seca.
Duende de Quevedo y duende de Cervantes, con verdes anémonas de fósforo el uno, y flores de yeso de Ruidera el otro, coronan el retablo del duende de España.
Cada arte tiene, como es natural, un duende de modo y forma distinta, pero todos unen raíces en un punto de donde manan los sonidos negros de Manuel Torres, materia última y fondo común incontrolable y estremecido de leño, son, tela y vocablo.
Sonidos negros detrás de los cuales están ya en tierna intimidad los volcanes, las hormigas, los céfiros y la gran noche apretándose la cintura con
Señoras y señores: He levantado tres arcos y con mano torpe he puesto en ellos a la musa, al ángel y al duende.
La musa permanece quieta; puede tener la túnica de pequeños pliegues o los ojos de vaca que miran en Pompeya a la narizota de cuatro caras con que su gran amigo Picasso la ha pintado. El ángel puede agitar cabellos de Antonello de Mesina, túnica de Lippi y violín de Massolino o de Rousseau.
El duende... ¿Dónde está el duende? Por el arco vacío entra un aire mental que sopla con insistencia sobre las cabezas de los muertos, en busca de nuevos paisajes y acentos ignorados: un aire con olor de saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas.
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Artículos de Interés
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Éxito de Visitas en el Museo.
El Museo de la Mujer en el Flamenco termina el año 2012 con una lluvia de visitantes. Os dejamos las últimas fotos de los últimos grupos que han ido pasando por nuestras instalaciones, en su mayoría estos grupos incluían la ruta completa por nuestra ciudad, comprando en nuestros comercios y almorzando en nuestros bares y restaurantes.
Os recordamos que para realizar las visitas guiadas la podéis solicitar a través de nuestro correo electrónico: info@museomujerflamenco.com o llámanos al siguiente teléfono: 95 58 41 417,en horario de mañana, de lunes a viernes . Pasaros por nuestra Web: http://museomujerflamenco.com/
Os recordamos que para realizar las visitas guiadas la podéis solicitar a través de nuestro correo electrónico: info@museomujerflamenco.com o llámanos al siguiente teléfono: 95 58 41 417,en horario de mañana, de lunes a viernes . Pasaros por nuestra Web: http://museomujerflamenco.com/
Visita de la Asociación Gastronómica de Sevilla. |
sábado, 1 de diciembre de 2012
El Origen del Baile Flamenco
Desde Heródoto de Halicarnaso, pasando por Estrabón, Marcial, Juvenal y Plinio El Jovén todos ellos han sido las fuentes donde han bebido los investigadores de la antigüedad para descubrir el origen más remoto del baile flamenco. La cuna del baile flamenco tiene su origen en las civilizaciones más antiguas.
Ya en el antiguo Egipto se realizaban peregrinaciones a los centros religiosos, por lo visto, fueron los egipcios los primeros en celebrar fiestas religiosas colectivas, procesiones y peregrinaciones, de éstos aprendieron los griegos y posteriormente los romanos. En estas peregrinaciones religiosas, no faltaba la música, el cante y por supuesto el baile, todo acompañado por el consumo de vino desmesurado. Se cantaba y se bailaba acompañado por la flauta, por el batir de las palmas y por el repiqueteo de las castañuelas. Herederas de estas peregrinaciones religiosas son nuestras actuales romerías.
No es casualidad que las primeras manifestaciones musicales fueran religiosas y que poco a poco se salieran de ese ámbito para convertirse en profanas. Los primeros sitios profanos donde se perpetúo estas manifestaciones artísticas fueron los banquetes, donde la música, el cante y el baile, sin olvidarnos del consumo del vino, se alejaba de su contenido y objetivo religioso.
Serán en los banquetes romanos donde apareceren las famosas "Puellae Gaditanae". Fueron muy famosas en las cenas romanas, tanto en cantos y sobre todo en baile. Son diversos los investigadores que nos hablan de estas danzarinas dotadas de gracia, belleza y aptitud excepcional para el canto y la danza. Estas mujeres serían el legado bético de nuestras bailaoras andaluzas en la actualidad.
Eran mujeres turdetanas, y eran conocidas en Roma por la zona de Gades (Cádiz), de ahí su nombre de "gaditanae", y por ser magníficas tañedoras de castañuelas ( realmente tocaban los crótalos antecedentes de las actuales castañuelas). Sus cantes y bailes eran de tono procaz y lascivo, complemento ideal para las cenas romanas.
Son varios los investigadores que ven en estas bailarinas de la antigüedad, el origen de las características del baile flamenco. Ya que se movían con soltura, braceando, contoneándose con el mismo estilo que el actual baile flamenco, la única diferencia era que estas bailarinas tenían la misión de excitar a sus contempladores en los famosos banquetes romanos.
Estos estudios se completan con las fuentes arqueológicas a la perfección. Entre los investigadores parece predominar la opinión de que las "Puellae Gaditanae" tienen orígenes fenicios. Cádiz, colonia fenicia fundada hacia 1100 a.c, se convirtió por su emplazamiento estratégico, en centro de acogida de humanos de cualquier procedencia, tranformándose en un centro de confluencias de culturas. Así Cádiz será una ciudad alegre, festiva, divertida, jocosa, licenciosa, descarada, desvergonzada; sonora y titineante, donde florece esa mercancía artística y carnal que hace las delicias de las cenas romanas: "Las Puellae Gaditanae".
Libres o esclavas, es muy probable que formaran grupos o compañías para la explotación de su arte y virtudes carnales, y que recorrieran contratadas, las casas de esa sociedad romana dedicada a la fiesta. Dentro de la compañía habría "Vedettes" o primeras estrellas, una de las más famosas muy mencionada en época Imperial romana fue "Telethusa", inmortalizada por Rafael Alberti en uno de sus poemas.( En nuestro museo tenemos expuesto en la sala del Baile el poema de Rafael Alberti dedicado a esta bailarina"Telethusa").
Los ejemplos de restos arqueológicos son numerosos. Como ejemplo os menciono la terra sigilata del Museo Arqueológico de Jérez, que representa a una danzante portadora de crótalos y unas manos que la jalean con su palmoteo, fechado entre los siglos I y II d.C. que coincide con el período de apogeo de las puellae de Cádiz.
Entre las curiosidades de estos restos arqueológicos, mencionar la existencia de los primeros trajes de baile con volantes y de la aparición de los primeros complementos como peinetas y peinecillos en la indumentarias de estas bailarinas. Como muchas veces se ha dicho todo está inventado, pues sólo debemos mirar a nuestro pasado y comprobar que gran parte de lo que conocemos se originó en la antigüedad.
Ya en el antiguo Egipto se realizaban peregrinaciones a los centros religiosos, por lo visto, fueron los egipcios los primeros en celebrar fiestas religiosas colectivas, procesiones y peregrinaciones, de éstos aprendieron los griegos y posteriormente los romanos. En estas peregrinaciones religiosas, no faltaba la música, el cante y por supuesto el baile, todo acompañado por el consumo de vino desmesurado. Se cantaba y se bailaba acompañado por la flauta, por el batir de las palmas y por el repiqueteo de las castañuelas. Herederas de estas peregrinaciones religiosas son nuestras actuales romerías.
No es casualidad que las primeras manifestaciones musicales fueran religiosas y que poco a poco se salieran de ese ámbito para convertirse en profanas. Los primeros sitios profanos donde se perpetúo estas manifestaciones artísticas fueron los banquetes, donde la música, el cante y el baile, sin olvidarnos del consumo del vino, se alejaba de su contenido y objetivo religioso.
Serán en los banquetes romanos donde apareceren las famosas "Puellae Gaditanae". Fueron muy famosas en las cenas romanas, tanto en cantos y sobre todo en baile. Son diversos los investigadores que nos hablan de estas danzarinas dotadas de gracia, belleza y aptitud excepcional para el canto y la danza. Estas mujeres serían el legado bético de nuestras bailaoras andaluzas en la actualidad.
Eran mujeres turdetanas, y eran conocidas en Roma por la zona de Gades (Cádiz), de ahí su nombre de "gaditanae", y por ser magníficas tañedoras de castañuelas ( realmente tocaban los crótalos antecedentes de las actuales castañuelas). Sus cantes y bailes eran de tono procaz y lascivo, complemento ideal para las cenas romanas.
Son varios los investigadores que ven en estas bailarinas de la antigüedad, el origen de las características del baile flamenco. Ya que se movían con soltura, braceando, contoneándose con el mismo estilo que el actual baile flamenco, la única diferencia era que estas bailarinas tenían la misión de excitar a sus contempladores en los famosos banquetes romanos.
Algunos elementos de la sala del Baile del Museo. |
Estos estudios se completan con las fuentes arqueológicas a la perfección. Entre los investigadores parece predominar la opinión de que las "Puellae Gaditanae" tienen orígenes fenicios. Cádiz, colonia fenicia fundada hacia 1100 a.c, se convirtió por su emplazamiento estratégico, en centro de acogida de humanos de cualquier procedencia, tranformándose en un centro de confluencias de culturas. Así Cádiz será una ciudad alegre, festiva, divertida, jocosa, licenciosa, descarada, desvergonzada; sonora y titineante, donde florece esa mercancía artística y carnal que hace las delicias de las cenas romanas: "Las Puellae Gaditanae".
Libres o esclavas, es muy probable que formaran grupos o compañías para la explotación de su arte y virtudes carnales, y que recorrieran contratadas, las casas de esa sociedad romana dedicada a la fiesta. Dentro de la compañía habría "Vedettes" o primeras estrellas, una de las más famosas muy mencionada en época Imperial romana fue "Telethusa", inmortalizada por Rafael Alberti en uno de sus poemas.( En nuestro museo tenemos expuesto en la sala del Baile el poema de Rafael Alberti dedicado a esta bailarina"Telethusa").
Los ejemplos de restos arqueológicos son numerosos. Como ejemplo os menciono la terra sigilata del Museo Arqueológico de Jérez, que representa a una danzante portadora de crótalos y unas manos que la jalean con su palmoteo, fechado entre los siglos I y II d.C. que coincide con el período de apogeo de las puellae de Cádiz.
Entre las curiosidades de estos restos arqueológicos, mencionar la existencia de los primeros trajes de baile con volantes y de la aparición de los primeros complementos como peinetas y peinecillos en la indumentarias de estas bailarinas. Como muchas veces se ha dicho todo está inventado, pues sólo debemos mirar a nuestro pasado y comprobar que gran parte de lo que conocemos se originó en la antigüedad.
Imagen de Eva Hierbabuena en la Sala del Baile del Museo. |
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Artículos de Interés
jueves, 8 de noviembre de 2012
Gran Encuentro de Gazaperos en Arahal
Os dejamos el enlace al blog de Manuel Bohórquez, donde podemos ver las fotos y la crónica del encuentro de gazaperos que se organizó en Arahal el pasado 3 de noviembre. Esperamos que os guste.
http://blogs.elcorreoweb.es/lagazapera/2012/11/04/la-marea-gazaperil-inundo-arahal/
http://blogs.elcorreoweb.es/lagazapera/2012/11/04/la-marea-gazaperil-inundo-arahal/
Gazaperos visitando el Museo de la Mujer en el Flamenco. |
jueves, 25 de octubre de 2012
Siguen Las Visitas y Nuevas Actividades
El pasado 22 de Octubre Arahal tuvo el privilegio de recibir a un grupo de extranjeros que han estado durante toda la semana gracias a la iniciativa educativa del Colegio del San Roque. Veinte personas de diferentes nacionalidades: Bulgaria, Italia, Polonia, Bélgica y Holanda. Durante esa mañana se realizó una presentación en el salón de pleno del Ayuntamiento y tras éste se organizó una ruta turística por nuestra localidad. Aquí os dejo algunas fotos de su paso por nuestro municipio.
Además la Delegación de Turismo está organizando como en años anteriores, visitas Turísticas a otras localidades de la provincia. El pasado 23 de Octubre estuvimos visitando Écija. Os dejo las fotos que nos hicimos paseando por las calles de Écija.
Además la Delegación de Turismo está organizando como en años anteriores, visitas Turísticas a otras localidades de la provincia. El pasado 23 de Octubre estuvimos visitando Écija. Os dejo las fotos que nos hicimos paseando por las calles de Écija.
Os recordamos que podéis hacer vuestra reservas para visitarnos llamándonos al tlf: 95 5841417 en horario de mañana de lunes a viernes o mándanos un email: info@museomujerflamenco.com
También podéis visitar nuestra Web: http://museomujerflamenco.com/
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Eventos y actividades